El Viaje

TEMA 16 – El hombre curado en sábado

Marcos 3,1-6

Entró de nuevo [Jesús] en una sinagoga y había allí un hombre que tenía la mano atrofiada
Los fariseos estaban espiando para ver si lo curaba en sábado y tener así un motivo para acusarlo.
Jesús dijo entonces al hombre de la mano atrofiada:
—Levántate y ponte ahí en medio.
Y a ellos les preguntó:
—¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida o destruirla?
Ellos permanecieron callados. Mirándoles con ira y apenado por la dureza de su corazón, dijo al hombre:
—Extiende la mano.

Él la extendió, y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron fuera, los fariseos se confabularon con los herodianos para planear el modo de acabar con él.

  • Guía de lectura

Jesús cura a un hombre que tiene la mano atrofiada. No es un relato más. Jesús lo cura en el interior de una sinagoga, lugar sagrado donde está reunido el pueblo y lo hace precisamente un sábado, día consagrado a Dios. Jesús quiere dejar, claro que, para Dios, lo primero es la vida, no la religión. Los seguidores de Jesús hemos de aprender que, incluso en el centro de nuestra practica religión, hemos de tener muy presentes a quienes no pueden vivir de una manera digna.

  • Acercamiento al texto evangélico

Introducción: ¿Quiénes son los personajes que van a protagonizar el episodio? ¿Dónde tiene lugar la curación? ¿Qué día de la semana? ¿Tendrán alguna importancia estos detalles?

Actitud de los fariseos: ¿Les interesa la salud del hombre de la mano enferma? ¿Qué es lo que les preocupa? ¿Cuál es su postura ante Jesús?

Actuación de Jesús: ¿Qué le dice al hombre? ¿Es importante colocarlo en el centro de la sinagoga? ¿Qué preguntas hace a los fariseos? ¿Qué le preocupa a Jesús? ¿El cumplimiento del sábado o la vida del enfermo?

Respuesta de los fariseos: ¿Por qué se callan? ¿Cuál es su actitud final? ¿Por qué es tan dura su oposición a Jesús? ¿La podemos entender?

Curación: ¿Cómo reacciona Jesús ante el silencio de los fariseos? ¿Cuáles son los dos sentimientos que le atribuye el evangelista? ¿Por qué se indigna tanto Jesús? ¿Cómo cura Jesús al enfermo? ¿Captas toda la fuerza que tiene la orden de Jesús?

  • Comentario

Lo primero es la vida, no la religión
Este episodio de la curación de un hombre un día sábado tiene una importancia especial. El evangelista Marcos presenta a Jesús actuando de una manera que sorprende a todos: no se preocupa de reafirmar la observancia de la religión o del culto a Dios, si no que se dedica a curar enfermos y perdonar a pecadores, lo primero para Dios no es la religión, sino una vida digna y saludable para todos. Y cuando los sectores fariseos condenan su actuación, poco respetuosa con ciertos preceptos, Jesús responde con unas palabras inolvidables: «Dios creó el sábado por amor al hombre y no al hombre por amor al sábado» (Mateo 2,27). La religión ha de estar al servicio del hombre y no al revés. ¿Aprenderemos los seguidores y seguidoras de Jesús a cultivar una religión al servicio de la vida tal como la quería él?

Antes que nada hemos de notar que la curación tiene lugar en una «una sinagoga», y precisamente en un día «sábado». Estos dos datos tienen gran importancia. En la «sinagoga» se reúne el pueblo para alabar a Dios y escuchar su Palabra: es el lugar sagrado donde se alimenta la religión judía. El «sábado» es un día consagrado totalmente a dar gracias a Dios por haber creado la vida y haber liberado al pueblo de la esclavitud. Un día instituido para celebrar la vida, el descanso y la libertad.

En tiempos de Jesús, el sábado era una de las principales señas de identidad del pueblo judío. Se le atribuía tal importancia al descanso del sábado que, a lo largo de los años, se había ido elaborado todo un conjunto de normas y prescripciones que, según los sectores fariseos, se debían cumplir de manera rigurosa. Se podía curar o cuidar a un enfermo si estaba en peligro de muerte; en caso contrario estaba estrictamente prohibido.

Jesús «entra en una sinagoga». No tiene miedo a hacerse presente en aquel lugar donde se promueve una religión que no libera a las personas, sino que les hace daño, porque, vivida desde un entramado legal interpretado de manera rigurosa, no les ayuda a vivir. El asunto es demasiado importante para quedarse fuera sin intervenir. Por eso Jesús entra en la sinagoga y él mismo provoca el conflicto.

En la sinagoga está «un hombre que tiene la mano atrofiada». Este personaje anónimo no habla ni actúa por iniciativa propia. Su mano reseca y sin vida es figura de una persona impedida para desarrollar una vida plena y digna. Este hombre incapacitado parece representar a todo el pueblo que reúne en la sinagoga y que vive malogrado por una forma de entender y vivir la religión de manera equivocada y dañosa.

Los fariseos «lo están espiando para ver si lo cura en sábado». Aferrados a su posición legalista, buscan motivos para acusar a Jesús. Quieren ver su se atreverá a violar el sábado ante ellos. Recordemos que este hombre no está en peligro de muerte, y por tanto está prohibido curarlo. No les importa la vida de aquel pobre hombre, sino que se respeten las normas. Hay que cuidar la legalidad. Esto es lo importante.
En medio de una tensa expectación, Jesús toma la iniciativa. A él sí le preocupa la vida de aquel hombre. Por eso se dirige a él con estas palabras: «Levántate y ponte ahí en medio». La orden de Jesús tiene significado profundo. «Levántate»: así quiere Dios ver a las personas, de pie, erguidas, no paralizadas, sino llenas de vida. «Ponte en medio»: este hombre necesita atención, ayuda y amor. No ha de quedar marginado. Ha de ocupar el centro de la sinagoga y de la religión. La celebración del sábado ha de servir para ayudarle a vivir de manera más plena y digna.Después de atraer la atención de todos hacia aquel hombre necesitado, Jesús les hace una doble pregunta. La primera es esta: « ¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal?». Los fariseos, preocupados por la celebración legal del sábado, solo se plantean si «curar» a aquel hombre está permitido por la ley o está prohibido. Jesús, por el contrario, preocupado por la vida de aquel hombre, se plantea qué es lo mejor para él: ¿hacerle el bien y devolverle la salud o, por el contrario, hacerle el mal y dejarlo abandonado sin presentarle ayuda alguna?

Con la segunda pregunta, Jesús radicaliza todavía más su planteamiento al hacerlo en términos de vida o muerte: « ¿Qué hay que hacer en sábado: salvar una vida o destruirla?». ¿Hay que dar vida a la mano muerta de aquel hombre, sanarlo, potenciar su vitalidad, hacerlo más capaz de vivir de manera digna o, por el contrario, hay que dejar su mano muerta, abandonarlo en su desgracia, no liberarlo de su atrofia? Para Jesús, no ir a favor de la vida es ya ir a favor de la muerte. Esta es la cuestión: la religión, ¿está al servicio de la vida o de la muerte? Si en el centro de la religión no está el amor y la ayuda a la vida de las personas, ¿qué sentido tiene ante Dios, Padre solícito de sus hijos e hijas?

Los fariseos «permanecen callados». Su silencio es rechazo hostil. No saben cómo responder y no quieren dialogar. Todos saben que lo primero es hacer el bien y defender la vida. Pero ¿cómo van a ir en contra de las normas que regulan el sábado? En lo íntimo de su corazón siguen dando culto a un Dios más preocupado por la observancia religiosa que por la vida de sus hijos e hijas. Para ellos, ‘bien’ y ‘mal’ significan ‘observancia’ y ‘no observancia’. En su religión está ausente la fe en un Dios amigo de la vida. En su vida falta amor a las personas. ¿Tenemos también nosotros el riesgo de vivir así la religión cristiana?

Jesús reacciona con dureza. El evangelista hace dos observaciones. Primero, ‘los miro con ira’: su mirada expresa su indignación profética ante los que no están a favor de la vida plena y digna de los que sufren, pues no entienden que es eso precisamente lo que Dios quiere antes que nada. Luego indica que lo hizo ‘apenado por la dureza de su corazón’: sentía tristeza ante su ceguera incurable y su resistencia a la verdadera voluntad de Dios. En el corazón de Jesús solo hay amor: la ira brota de su amor a los que sufren, la pena nace de su amor a los fariseos.

Jesús va a demostrar con su gesto curador lo que Dios quiere que no se olvide nunca en la religión. Le dice al enfermo: ‘Extiende la mano’, despliega tu vitalidad, desarrolla tus potencialidades, llénate de vida y no vivas de forma atrofiada. ‘El hombre la extendió, y su mano quedo restablecida’. El evangelista no dice más. Nadie se admira, nadie alaba a Dios. Los fariseos ‘salen fuera’ y traman con los herodianos cómo eliminar a Jesús.

La actuación de Jesús es una llamada a vivir como él: haciendo el bien, promoviendo vidas, curando heridas, aliviando el sufrimiento, ayudando a quienes son víctimas de la desgracia a recuperar su dignidad.

La verdadera religión, tal como la entiende Jesús, es la que ayuda a vivir de manera más sana, más integra y digna. Nunca la que esclaviza, humilla, paraliza o impide a las personas desplegar sus cualidades y su creatividad.

En el centro de nuestros encuentros cristianos y nuestras celebraciones han de estar siempre muy presentes los enfermos, los que sufren, los que necesitan nuestra ayuda. Si vivimos con el
espíritu de Jesús, la práctica religiosa no nos llevará nunca a olvidarnos de los problemas y sufrimientos de los demás. Al contrario, se convertirá en el mejor estímulo para vivir muy atento a los que sufren.

  • Conversión personal

Para mi, ¿Qué es más importante? ¿Hacer el bien ayudando a quienes están necesitados o cumplir bien mis deberes religiosos?

¿Cómo es mi relación religiosa con Dios? ¿Solo me sirve para preocuparme de mis problemas, mis pecados, mi futuro, mi familia… o me ayuda a abrirme a problemas, necesidades y sufrimientos de los demás? ¿En que he de cambiar?

 Conversación de Jesús. Habla con él de tu práctica religiosa. ¿Qué te dice? ¿Lo sientes cercano?

  • Compromiso en el proyecto de Jesús

¿Cómo se percibe a la Iglesia en los sectores que tú conoces? ¿Cómo una religión preocupada por hacer el bien y ayudar a vivir a los más necesitados o como una institución interesada por sus propios problemas? ¿Qué hay de verdad en las críticas que se hacen a la Iglesia?

 ¿En que se nos nota a los cristianos nuestra identidad de seguidores de Jesús? ¿En nuestras prácticas religiosas? ¿En nuestra ayuda a los necesitados? ¿En nuestra vida moral?

Queremos que en el centro de este grupo este Jesús ¿Están también junto a él los pobres y desvalidos, a los que él ama tanto? ¿Qué podemos hacer para acrecentar nuestra sensibilidad hacia los que sufren?

  • Sugerencias para Orar: