MARCOS 1,9-11
Por
aquellos días llego Jesús desde Nazaret de Galilea para ser bautizado por Juan
en el Jordán. En cuanto salió del agua vio rasarse los cielos y al Espíritu
descender sobre él como una paloma. Se oyó entonces una voz desde los cielos.
-
Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.
- Guía de lectura
Al
salir del Jordán, Jesús vive una experiencia que cambia radicalmente su vida,
marcándola para siempre. Por una parte experimenta al Espíritu de Dios, que
desciende sobre él: movido por ese Espíritu recorrerá Galilea ofreciendo
perdón, salud y vida nueva a todos. Por otra parte escucha al Padre, que lo
declara ‘Hijo amado’: en adelante, Jesús lo llamará Abbá y vivirá con una
confianza total en él y con una docilidad incondicional a su voluntad. Esta es
la experiencia que hemos de actualizar y de la que hemos de vivir también hoy
nosotros siguiendo sus pasos.
- Acercamiento al texto evangélico.
·
El bautismo de Jesús. Como tantos otros, también Jesús viene
al Jordán a ser bautizado por Juan. ¿Qué te sugiere su gesto? ¿Por qué le atrae
ver a su pueblo en actitud de conversión?
·
‘Los cielos se rasgan’. Hay momentos en la vida de las
personas y de los pueblos en que ´los cielos’ parecen estar ‘cerrados’. Con la
venida de Jesús, ‘los cielos se rasgan’ ¿Qué nos dice esta imagen? ¿has sentido
alguna vez al experiencia de que Jesús abre un camino hacia el misterio de
Dios?
·
El Espíritu desciende sobre Jesús. Según la mentalidad
hebrea, el Espíritu es el ‘aliento’ de Dios, su ‘fuerza creadora’, su ‘amor
vivificador’. Cuando en el relato evangélico vemos a Jesús actuando, ¿somos
conscientes de que lo hace movido por el Espíritu de Dios? Cuando te acercas a
Jesús ¿lo sientes ´lleno de Dios’?
·
‘Tú eres mi Hijo amado’. ¿Nos alegra que Jesús sea el Hijo
predilecto de Dios? ¿somos conscientes de que también a nosotros nos dice las
mismas palabras?
·
Actuación filial de Jesús. ¿Cómo llamaba Jesús a Dios?
¿Recuerdas algún momento especial en que se le ve actuar con la confianza y
docilidad propias de Hijo de Dios?
Comentario
La
experiencia decisiva de Jesús
Los
evangelistas coinciden en afirmar que la actividad profética de Jesús por las
aldeas de Galilea comenzó a partir de una experiencia intensa de Dios que Jesús
vivió después de ser bautizado por Juan en el rio Jordán. Esta experiencia
cambio radicalmente su vida. Ya no se quedó mucho tiempo con Juan el Bautista.
Tampoco volvió a su trabajo de artesano en la aldea de Nazaret. Movido por un
impulso incontenible, comienza a recorrer Galilea anunciando a todos el
proyecto de Dios y despertando en los más pobres y desgraciados una esperanza
nueva.
Es
sorprendente observar como describe Marcos la primera aparición de Jesús en su
relato. No dice nada de su nacimiento ni de su infancia; no habla tampoco de la
genealogía alguna. Jesús aparece como uno más en medio de las gentes que viene
al Jordán a recibir el bautismo de Juan. Nada se nos dice que podamos destacar
de él. Solo que ‘llegó desde Nazaret de Galilea’, una aldea pequeña e
insignificante, de algo más de doscientos habitantes, perdida en una región
montañosa y cuyo nombre nunca es mencionado en los libros sagrados de Israel.
Jesús
llega para ‘ser bautizado por Juan’. Esto significa que comparte su visión
sobre la situación crítica que vive Israel, el pueblo necesita una conversión
radical para acoger a su Dios, que está ya próximo a llegar. Comparte también
la esperanza del Bautista: pronto conocerán toda la irrupción salvadora de
Dios; Israel será restaurado, la Alianza quedara renovada, las gentes podrán
vivir una vida digna, propia del pueblo de Dios. A Jesús le atrae colaborar con
esta acogida de todo el pueblo al Dios que esta ya próximo a llegar.
Al
salir del agua, Jesús va a vivir una experiencia difícil de expresar y que
Marcos trata de evocar para sus lectores empleando diversos recursos
literarios. Según el relato, Jesús ve que ´los cielos se rasgan’. El pueblo
lleva mucho tiempo con la impresión de que los cielos estaban cerrados. Especie
de muro impedía a Dios comunicarse con su pueblo. Ya que no había profetas.
Nadie era capaz de escuchar la Palabra de Dios. Israel sufría la más dura de
las sequías. Ya no llovía sobre el pueblo la consoladora palabra de Dios.
Algunos recordaban tal vez, la súplica del profeta Isaías: ‘Ojalá rasgaras el
cielo y bajases’ (Isaías 63,19).
Ahora
‘los cielos se rasgan’. Dios ya no se puede contener por más tiempo. Se va
comunicar de manera directa con Jesús. En el relato e habla de una doble
experiencia. En primer lugar, Jesús ‘ve al Espíritu descender sobre el mismo
como una paloma’. Luego oye una voz del cielo que dice: ‘Tu eres mi Hijo amado
en ti me complazco’. Si queremos comprender en toda su hondura la actuación de
Jesús, hemos de profundizar un poco en esta doble experiencia.
El
‘Espíritu’ que desciende sobre Jesús es el ‘aliento’ de Dios que crea y
sostiene la vida, la ‘fuerza vivificadora’ que cura y anima a todo viviente, el
‘amor’ de Dios que lo renueva y transforma todo. Por eso Jesús, lleno de ese Espíritu
de Dios, no se va a dedicar a condenar y destruir, sino a curar, liberar de
‘espíritus malignos’ y dar vida. El evangelio de Juan pone en sus labios estas
palabras que resumen de manera admirable su actuación: ‘Yo he venido para que
tengan vida, y la tengan en abundancia’ (Juan 10,10).
A
lo largo de nuestro recorrido iremos viendo como el Espíritu de Dios conduce
siempre a Jesús a introducir vida y salud, a luchar contra el sufrimiento, el
mal y la desgracia, a liberar a las personas del miedo y la desconfianza, a
acoger a los leprosos y excluidos de la convivencia, a ofrecer el perdón a los
pecadores, a bendecir a los niños, defender a las mujeres.
En
el relato se dice que este Espíritu ‘desciende como una paloma’. No sabemos que
se quiere evocar con esta expresión. Tal vez quiere destacar la fuerza creadora
del Espíritu de Dios, ya que, al comienzo de la creación ‘aleteaba sobre las
aguas’ (Génesis 1,2). Quizá quiere decirnos que el Espíritu desciende suavemente
sobre Jesús, como lo hacen las palomas, pues, movido por ese Espíritu, Jesús
acogerá a todos con sencillez y gran respeto, ‘ sin quebrar la caña cascada ni
apagar la mecha que se está extinguiendo’ (Mateo 12,18-21)
Enseguida
lleno del Espíritu de Dios, Jesús oye una voz. Lo mismo que el Espíritu,
también la voz viene de esos cielos que han quedado abiertos para siempre. Se
dirige directamente a Jesús y le dice ‘Tu eres mi Hijo amado, en ti me
complazco’
Todo
es diferente a lo vivido por Moisés en la montaña de Horeb, cuando el joven
pastor se acerca tembloroso a la zarza
ardiendo. Dios no le dice a Jesús: ‘Yo soy el que soy’, sino ‘Tú eres mi Hijo’.
No se le muestra como misterio inefable, sino como Padre íntimo y cercano: ‘Tu
eres mi Hijo. Tu ser entero está brotando en mí. Eres mío. Yo soy tu Padre’. El
relato subraya el carácter gozoso y entrañable con que habla Dios: ‘Eres mi
Hijo querido, en ti me complazco. Te quiero entrañablemente. Me llena de gozo
que seas mi Hijo’.
Jesús
responderá a lo largo de toda su vida con una sola palabra: Abbá, padre
querido. En adelante no lo llamará con otro nombre cuando se comunique con él.
Es lo que le nace desde dentro: Abbá. Una expresión que en las familias de
Galilea evocaba habitualmente el cariño, la intimidad y la confianza del niño
con su padre.
Al
seguir los pasos de Jesús iremos descubriendo en él dos actitudes fundamentales
ante Dios, su Padre: una confianza total y una docilidad incondicional. Jesús
actúa siempre confiado espontáneamente en Dios. Busca su voluntad sin recelos,
cálculos ni estrategias. Esta confianza le hace vivir de manera creativa,
innovadora y audaz. Libre de cualquier tradición, costumbre o norma que le
impida abrir caminos al reino de Dios. Por otra parte lo veremos actuar con una
docilidad incondicional. Para el, lo primero es el proyecto del Padre: una vida
digna y dichosa para todos, empezando por los últimos. Nada ni nadie lo apartaran
de ese camino. Lo veremos siempre identificado con su padre, encarnando su compasión
hacia todos. Viendo actuar a Jesús iremos aprendiendo quien es Dios, como es,
como nos siente, como nos busca, que quiere para todos nosotros. Al ahondar en
sus gestos concretos podemos decir: así se preocupa Dios de las personas, así
se acerca a los que sufren, así busca a los perdidos, así bendice a los
pequeños, así acoge, así comprende, así perdona, así nos ama.
- Conversión personal
·
¿Estoy aprendiendo poco a poco a vivir con el Espíritu de
Jesús? ¿Me está ayudando este grupo a vivir en contacto más vivo y personal con
él?
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¿Cómo puedo crecer en confianza y en docilidad ante Dios
Padre? ¿Qué es lo que tengo que cuidar mejor?
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Conversación con Jesús. También dentro de ti está
el Espíritu de Dios. También tu eres Hijo/a querido/a de Dios.
- Compromiso en el proyecto de Jesús
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Se ha dicho que el mayor pecado de la iglesia es la
‘mediocridad Espíritual’ ¿Qué pensamos nosotros? Ofrece tu impresión sin
resentimientos ni juicios innecesarios sobre personas.
·
¿Qué signos de renovación Espíritual es posible percibir en
estos momentos en tu grupo? ¿Cómo podemos contribuir nosotros a crear un
clima más abierto al Espíritu de Jesús y a su evangelio?
·
¿Estamos cuidando en nuestro grupo la confianza en Dios y la
docilidad a su proyecto del reino? ¿Podemos ser más positivos y esperanzados en
nuestras reflexiones y más fieles en nuestros compromisos? ¿Qué hemos de cuidar
mejor en nuestro grupo?
- Sugerencias para la oración:
- Terminar con uan oración