El Viaje

TEMA 11 – Enviado a los pobres

Lucas 4,14-21

Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, regresó a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todo el mundo hablaba bien de él.
Llegó a Nazaret, donde se había criado. Según su costumbre, entró en la sinagoga un sábado y se levantó para hacer la lectura.
Le entregaron el libro del profeta Isaías y, al desenrollarlo, encontró el pasaje donde está escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar
la buena noticia a los pobres;
me ha enviado a proclamar
la liberación a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a libertar a los oprimidos
y a proclamar
un año de gracia del Señor.

Después enrolló el libro, se lo dio al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga tenían sus ojos clavados en él.
Y comenzó a decirles:
—Hoy se ha cumplido ante vosotros esta profecía.


  • GUIA DE LECTURA

 Impulsado por el Espíritu de Dios y buscando siempre ser fiel al Padre, Jesús va a comenzar su actividad por Galilea.  Seguiremos sus pasos de cerca. Pero antes vamos a conocer su programa.  Es el programa de quienes nos sentimos seguidores de Jesús y queremos reproducir hoy su actuación.  Juntos vamos a conocer la orientación de fondo de todo lo que hacía Jesús.  El Espíritu lo envía a los pobres y oprimidos.

  • ACERCAIENTO AL TEXTO EVANGELICO

Reunidos en la sinagoga del pueblo.  ¿Es importante para un pueblo creyente reunirse para dar gracias a Dios, escuchar su palabra e invocar su ayuda? ¿Qué sientes al ver a Jesús con sus familiares y vecinos compartiendo la fe sencilla del pueblo?

Jesús en la sinagoga.  ¿Advertimos que Jesús lee un texto seleccionado por él mismo? ¿Porque? ¿Dónde se puede ver que las palabras de Isaías se cumplen en Jesús? ¿En el servicio de la sinagoga? ¿Por las aldeas de Galilea?

El Espíritu del Señor.  ¿Se siente Jesús ungido por el Espíritu de Dios? ¿Sabemos qué significa esta palabra? ¿Qué dinámica genera en Jesús ese Espíritu de Dios? Cuando oímos hablar de una persona espiritual, ¿imaginamos que su vida está orientada a los pobres?

Los destinatarios.  Se habla en el relato de cuatro grupos de personas a los que Jesús se siente enviado por el Espíritu de Dios.  ¿Los podemos señalar e el texto? ¿Te alegras de que Jesús se sienta enviado precisamente a ellos? Nos sentimos incluidos en alguno de estos grupos?

Aportación de Jesús.  Podemos ir comentando entre todos los que Jesús les aporte. ¿Qué Buena Noticia anuncia a los pobres? ¿Qué tipo de liberación trae a los cautivos? ¿Qué vista a los ciegos? ¿Qué libertad a los oprimidos? Desde tu experiencia, ¿piensas que Jesús puede aportar también hoy lo mismo a las personas?

  • COMENTARIO

EL PROGRAMA DE JESUS
Antes de comenzar el relato detallado de la actividad de Jesús por las aldeas de Galilea, Lucas presenta de manera clara cual es su programa de actuación. Le interesa mucho, pues este es precisamente el programa que han de tener ante sus ojos los que siguen a Jesús.  No está orientado a adquirir poder, lograr prestigio o ganar dinero.  Es un programa suscitado por el Espíritu de Dios, que empuja a Jesús hacia los más pobres y desgraciados. ¿Será un día nuestro programa?

Según el relato, Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, comienza a recorrer las aldeas de Galilea donde vive la gente más pobre e indefensa: los que necesitan escuchar la Buena Noticia de Dios que lleva Jesús en su corazón. Muy pronto se hace presente en Nazaret, el pequeño pueblo donde se ha criado.  Allí se encuentra con su madre querida y sus familiares más cercanos.  También saluda a sus amigos y amigas de la infancia.  En este pueblo desconocido y sin relieve alguno Jesús va a proclamar solemnemente su programa.

Jesús se mueve en Nazaret como uno más que comparte la fe sencilla de su pueblo. Por eso, al llegar el sábado entra en la sinagoga según su costumbre, para reunirse con todos a pronunciar las plegarias del día sagrado de descanso y escuchar la Palabra de Dios, que alimenta la fe de aquel pueblo.

No sabemos con precisión cómo discurría esta reunión del sábado en un pueblo pequeño como Nazaret en los años treinta.  Seguramente no estaba todo tan reglamentado como años más tarde, pero probablemente se seguía ya el mismo ritmo: al comienzo un tiempo dedicado a la oración con plegarías como el Shemá y las Dieciocho bendiciones, a continuación, una lectura tomada de algún libro de la Ley, después, lectura y comentario de algún texto tomando de los profetas, por último. La explicación del texto leído y, tal vez, el planteamiento de cuestiones que afectaban a la vida de todo el pueblo (ayuda a los pobres, preparación de la peregrinación a Jerusalén, arreglo de caminos…).

Lucas describe con todo detalle la actuación de Jesús según el ritual acostumbrado. Llegado el momento se levanta para hacer la lectura, recibe el libro del profeta Isaías, lo desenrolla, selecciona el pasaje y hace la lectura.  Al terminar, enrolla el libro, lo devuelve al ayudante y se sienta.  Lo sorprendente es que, después de leer un pasaje largo del libro de Isaías, no se nos dice nada de la explicación ofrecida por Jesús. La verdadera explicación la irá dando con sus gestos de bondad y de solidaridad con los últimos.

Hasta aquí todo ha discurrido de forma ordinaria, como todos los sábados, pero, al terminar la lectura, Lucas crea un clima de tensión y expectativa: Jesús se sienta sin decir una sola palabra, todos los que están en la sinagoga clavan sus ojos en él.  Su persona es más importante que  el texto. Por eso solo dice: “Hoy se cumple esta Escritura que acabamos de escuchar”. Comienza un nuevo tiempo. Quienes sigan de cerca la actuación de Jesús descubrirán que en él se cumple lo anunciado por Isaías.

¿Cuál es el pasaje que Jesús lee a sus vecinos para que puedan entender mejor el Espíritu que los anima. Las preocupaciones que lleva en su corazón y la tarea a la que se quiere dedica en cuerpo y alma? Se trata de un texto que, seguramente todos han escuchado más de una vez y que recoge unas palabras pronunciadas para consolar a los exiliados al volver del destierro en Babilonia (Isaías 61:1-2).

“El Espíritu del Señor está sobre mí.  Él me ha unido”. Jesús se siente lleno del Espíritu de Dios. “Ungido”, es decir, empapado, impregnado por su fuerza y su amor  Por eso sus seguidores llamamos a Jesús “el Cristo”, es decir, “el ungido”, y por eso nos llamamos “cristianos”, o sea “ungidos”.  Aunque con frecuencia lo olvidamos, es una contradicción llamarnos “cristianos” y vivir sin el Espíritu que anima a Jesús.

El Espíritu no deja a Jesús encerrado en sus propios intereses. Lo empuja hacia cuatro grupos de personas que sufren los “pobres”, los “cautivos”, los “ciegos” y los “oprimidos”. No hemos de olvidarlo.  El Espíritu de Dios está en Jesús, pero no de cualquier manera.  Está enviándolo en dirección a los más necesitados.

El Espíritu me ha enviado “para anunciar a los pobres la Buena Noticia”.  Esta es la primera tarea de Jesús: comunicar  los “pobres” la Buena Noticia de que Dios quiere introducir en el mundo su justicia y su compasión.  Los pobres, los más indefensos y abandonados, son los predilectos de Dios y serán también los predilectos de Jesús.  A ellos se dedicará por los caminos de Galilea.  No tenemos escapatoria. Los discípulos de Jesús, o somos de los pobres o dejamos de ser sus discípulos.

Me ha enviado “a proclamar la liberación a los cautivos”.  El profeta hablaba de la liberación de los cautivos que habían vivido como esclavos en el destierro, pero el término “liberación”  tiene un sentido más amplio y sugiere una liberación integral, incluso una liberación a la gente del pecado y de todo lo que les impide vivir con dignidad.  Así hemos de ser sus discípulos: liberadores y creadores de una vida más digna.

Me ha enviado “a devolver la vista a los ciegos”. L expresión sugiere metafóricamente la tarea de ayudar a las personas a recuperar la visión ara volver a ver la luz de la salvación, después de haber vivido encerrados en toda clase de oscuridades.  Es lo que Jesús hacia al libera a las gentes de miedos y desconfianzas que no es dejaban ver la salvación de Dios.  También sus discípulos hemos de vivir aportando esa luz salvadora de Dios.

Me ha enviado a “libertar a los oprimidos” Curiosamente, Lucas introduce aquí esta frase trayéndola de otro pasaje (Isaías 58:6), donde se explica que el ayuno que de verdad agrada a Dios no consiste en hacer mortificaciones, sino en introducir la justicia en la sociedad liberando a los “oprimidos” de los abusos e injusticias que padecen.  De esta manera, el texto que está leyendo Jesús adquiere un tono de búsqueda de justicia social. No podemos seguir a Jesús sin trabajar por una sociedad más justa.

La lectura termina con una frase que tiene un carácter más englobante  Me ha enviado “a proclamar el año de gracia del Señor. Se le llama año de gracia al año jubilar que se celebra cada cuarenta y nueve años en Israel. Ese año de gracia se perdonaban las deudas de quienes se habían arruinado, se devolvían las tierras a quienes se habían visto obligados a venderlas y se liberaba a quienes se habían vendido como esclavos para pagar sus deudas. No sabemos si en realidad se llevó ala practica este deseo del año jubilar, pero convirtió en un símbolo de ese gran ideal de mantener a la sociedad libre de injusticia y desigualdades insoportables.

A Jesús le sirve para explicar que su venida a Galilea quiere inaugurar un tiempo de gracia, de perdón, de liberación, de llamada a la justicia
y a la solidaridad fraterna. Es importante señalar que el texto que está leyendo Jesús continuaba así: A proclamar un año de gracia del Señor y un día de venganza para nuestro Dios. Pero intencionalmente, Lucas omite esta ultima frase que habla de un día de venganza. El tiempo de Jesús es un tiempo de gracia no de venganza; un tiempo de perdón, no de condenación. En Jesús se encarna Dios para ofrecer su perdón, no para poner en marcha su venganza.

  • CONVERSION PERSONAL

¿Me dejo programar siempre desde afuera (acontecimientos, ambiente social, costumbres, modas…)? ¿Voy aprendiendo a vivir desde el Espíritu de Jesús? Señala algún pequeño cambio, algún paso…

¿Siento que el Espíritu de Jesús me está empujando hacia los que sufren? ¿Qué lugar ocupan en mi corazón los necesitados que encuentro en mi camino? ¿Les puedo aportar algo de lo que Jesús comunicaba?

Conversación con Jesús. Habla con el de los pobres. Dile lo que sientes; tus deseos y tus resistencias. Ten confianza en él

  • COMPROMISO CON EL PROYECTO DE JESÚS

¿Conocemos personas, familias, grupos de personas… cuya vida esta marcada por el Espíritu de Jesús y su orientación hacia los que sufren necesidad? ¿Sabemos valorar y agradecer esas vidas?

¿Es real el riesgo de promover una espiritualidad, una practica de la oración, o un cuidado de la vida interior, sin sentir que el Espíritu de Jesús nos lleva hacia los necesitados?


¿Como podemos contribuir desde este grupo a construir una iglesia una sociedad más orientadas hacia los que sufren? Señala acciones posibles: testimonio personal, concienciación, estilo de vivir… ¿Podemos concretar algo como grupo?