Marcos 16, 1 – 7
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron perfumes para embalsamar a Jesús. El primer día de la semana, muy de madrugada, a la salida del sol, fueron al sepulcro. Iban comentando:
- ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada al sepulcro?
Pero, al mirar, observaron que la piedra había sido ya corrida, y eso que era muy grande. Cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, que iba vestido con una túnica blanca. Ellas se asustaron. Pero él les dijo:
- No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado? Ha resucitado; no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, tal como os dijo.
GUÍA DE LECTURA
Estamos aquí reunidos por Jesús. Queremos ver «dónde vive». Deseamos aprender a vivir como él: ser sus discípulos y seguidores. Pero, ¿dónde podemos verlo? Sabemos que murió ejecutado en una cruz. Creemos que Dios lo ha resucitado, pero ¿dónde y cómo podemos verlo hoy nosotros?
ACERCAMIENTO AL TEXTO EVANGÉLICO
• El proyecto de las mujeres. ¿Qué piensas del amor fiel de estas mujeres a Jesús, mientras los varones han huido para salvar su vida? ¿Cómo se les ha podido ocurrir embalsamar a Jesús cuando lleva enterrado más de treinta horas? ¿Te parece enriquecedora la presencia de las mujeres en el grupo de discípulos? ¿Por qué?
• La piedra del sepulcro. ¿Por qué se insiste en la piedra que cierra la entrada al sepulcro? ¿Qué te sugiere esa piedra «muy grande» que bloquea el sepulcro? ¿Tendrá algo que ver con el poder de la muerte? ¿Quién puede correr esa piedra?
• El mensaje del joven. ¿Qué te sugiere la presencia del joven tal como está descrita por Marcos? ¿Qué es lo más importante de su mensaje? ¿En qué consiste el error de las mujeres?
«Lo veréis en Galilea». ¿Por qué han de ir a Galilea para «ver» al resucitado? ¿Qué recuerdos despertaba en los discípulos la región de Galilea? Los textos evangélicos que leeremos durante el recorrido nos ayudarán a “volver a Galilea”. ¿Podremos vivir algo de lo que vivieron los primeros seguidores /as?
• «Él va delante de vosotros». A Jesús no lo tenemos físicamente con nosotros. ¿Sentiremos que “va delante de nosotros” ¿Has pensado alguna vez que creer prácticamente en Cristo resucitado es seguirlo porque va delante de ti alentando tu vida con su Espíritu?
COMENTARIO
VOLVER A GALILEA PARA SEGUIR A JESUCRISTO
Este relato es de una importancia excepcional. No sólo se anuncia la Buena Noticia de que el crucificado ha sido resucitado por Dios. Además, Marcos explica a los lectores que quieran encontrarse con él, el camino que han de recorrer para verlo y seguirlo.
Las protagonistas son tres mujeres admirables: María Magdalena, María la de Santiago y Salomé. Han seguido a Jesús por los caminos de Galilea, junto con otros discípulos y discípulas. Al llegar el momento de la ejecución de Jesús, no han huido cobardemente como los varones. Han contemplado angustiadas cómo los soldados romanos crucificaban a su querido Jesús. Han observado también dónde lo han sepultado, y vienen ahora hasta el sepulcro para tener con él un último gesto de cariño y de piedad.
No pueden olvidar a Jesús. Lo aman como a nadie. La primera, como siempre, María Magdalena. En sus corazones se ha despertado un proyecto absurdo que sólo puede nacer de su amor apasionado a Jesús. «Compran perfumes para embalsamar» su cadáver y ahuyentar el mal olor de la muerte. No pueden hacer nada más por él. No se dan cuenta de que es absurdo embalsamar un cuerpo que lleva ya muerto bastantes horas ; no reparan en que es un horror acercarse al cadáver torturado de un crucificado. No importa. Ellas no olvidarán nunca a Jesús. Su muerte ha echado por tierra todas las esperanzas que habían puesto en él, pero no ha logrado apagar su amor.
Por el camino, las mujeres recuerdan que una «piedra» cierra la entrada del sepulcro. Ellas se sienten impotentes para removerla. ¿Quién la podrá correr? La insistencia del evangelista, señalando que la piedra era «muy grande», sugiere el poder de la muerte. Ante ella hay que perder toda esperanza. Las mujeres no podrán nunca liberar a Jesús de la muerte.
Lo sorprendente es que, al llegar el sepulcro, observan que «la piedra ha sido corrida». No se dice quién ha sido, pero el sepulcro está abierto. ¿Será que la muerte puede ser vencida? ¿Será que el sepulcro no es nuestro final definitivo? Ciertamente, no puede ser cosa de hombres; ningún ser humano tiene poder sobre la muerte; la piedra es «muy grande». ¿Será que Dios ha intervenido para resucitar a Jesús de entre los muertos?
La sorpresa y el sobresalto crecen todavía más cuando, al entrar en el sepulcro, «ven a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca». Sin duda, es un mensajero enviado por Dios, pero está descrito con rasgos que hablan de vida y resurrección. Es un «joven», en la flor de la vida. Está «sentado» irradiando seguridad y autoridad. Está en la parte «derecha», lugar que promete dicha. Viste una «túnica blanca», color que simboliza la vida gloriosa de Dios. Las mujeres se asustan pues donde ellas esperaban encontrar el cadáver de Jesús, sólo ven signos de vida, juventud, luz blanca… ¿Estará Jesús vivo, resucitado a la vida de Dios, sentado a la derecha del Padre?
El joven las tranquiliza: «No os asustéis». No hay más saludos ni palabras que puedan distraer a las mujeres. El enviado de Dios les anuncia directamente su mensaje: «¿Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado?». Es un error buscarlo en el mundo de la muerte. Jesús no es un difunto más. No es el momento de rendirle homenajes ni de llorarlo recordando piadosamente su vida admirable pero ya acabada. «No está aquí». No pertenece al reino de la muerte. Está vivo para siempre. Nunca podrá ser encontrado en el mundo de lo muerto, lo inerte, lo extinguido… «Mirad el lugar donde lo pusieron». Grabad en vuestro corazón esta «ausencia». No está donde sus adversarios lo depositaron. “Ha resucitado”. El crucificado está vivo. El Padre lo ha resucitado.
El joven desea confiar un encargo a las tres mujeres tan fieles a Jesús. Han de salir de aquel lugar de muerte para comunicar a «los discípulos y a Pedro» algo sumamente importante. El mensaje es para todos los discípulos, también para Pedro, el discípulo que ha renegado directamente de Jesús. El mensaje es éste: «Él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, tal como os dijo». Sin duda, el mensaje encierra un sentido más profundo que el meramente geográfico. ¿Por qué hay que volver a Galilea?
• El resucitado les invita a reavivar lo que han vivido cuando estaba con ellos en Galilea. Sólo así comprenderán en profundidad el camino que lleva a la crucifixión y resurrección. Al resucitado no se le puede «ver» sin hacer su propio recorrido. . Para experimentar a Jesús resucitado y sentirlo lleno de vida en medio de nosotros hay que experimentar lo vivido junto a Jesús en Galilea. Si no es así, el resucitado será para nosotros una doctrina o un dogma pero, difícilmente transformará nuestra vida.
• Galilea ha sido el escenario principal de la actuación de Jesús. Allí le han escuchado proclamar el proyecto del reino de Dios. Allí le han visto curar a los enfermos, perdonar a los pecadores, tocar a los leprosos, liberar a los endemoniados, abrazar a los pequeños, defender a las mujeres, despertar una esperanza nueva en los pobres. Le han visto contagiar su confianza total en el Padre bueno de todos. Ahora han de hacer ellos lo mismo. No están solos. El resucitado va por delante de ellos. En ese recorrido irán «viendo» al resucitado.
Dicho de manera más concreta, el resucitado invita a sus discípulos al seguimiento. Para comprender plenamente el misterio que se encierra en Jesucristo, han de seguir sus pasos: aprender a vivir y morir como él, sabiendo que compartirán un día con él la resurrección a la vida del Padre.
• Los textos evangélicos que escucharemos durante nuestro recorrido, no ayudarán a caminar por Galilea “viendo” que Jesús resucitado va delante de nosotros.. Su presencia invisible adquirirá rasgos humanos al leer los relatos. Su presencia silenciosa se convertirá en voz concreta al escuchar sus llamadas y sus palabras de aliento.
Ir a Galilea tras el resucitado es vivir siempre caminando. No nos podemos detener, no podemos vivir mirando al pasado pues el resucitado «va por delante». Los discípulos de Jesús no somos sólo miembros de una gran institución religiosa; somos seguidores del Resucitado. Creemos en Jesús crucificado por los hombres pero resucitado por Dios.
CONVERSIÓN PERSONAL
¿Qué es para mí creer en la resurrección de Jesús? ¿Confesar algo que sucedió hace mucho tiempo y no tiene mucho que ver con mi vida diaria? ¿Experimentar que Cristo vive en mí? ¿Saber que me guía y acompaña día a día?
¿Dónde busco yo a Cristo resucitado? ¿En el mundo de lo muerto; en una religión apagada, en una fe rutinaria, en el cumplimiento de la letra, en el egoísmo que ahoga mi vida? ¿Estoy dispuesto/a a comenzar de nuevo mi seguimiento a Jesús? ¿Aprenderé en este grupo a ver a Jesús resucitado alentando mi vida?
Converasación con Jesús: Escucho en silencio mi corazón. Me deshaogo con Jesús. Él me escucha. Siento su paz
COMPROMISO EN EL PROYECTO DE JESÚS
Muchos cristianos se sienten miembros de la Iglesia porque fueron bautizados, pero, ¿conoces a creyentes preocupados por seguir de cerca a Jesús? Señala aspectos positivos, dificultades que encuentran, apoyo que necesitan.
Nuestra mejor aportación a reavivar hoy en la Iglesia el movimiento de seguidores de Jesús es nuestra propia conversión. ¿Estamos dispuestos a «ir a Galilea» para reavivar nuestro seguimiento más fiel a Jesús? ¿Nos comprometemos a trabajar en este grupo aprendiendo a vivir como Jesús, con su misma entrega al reino de Dios, con sus actitudes básicas y su Espíritu?
SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN